Hace años, muchos, que llevamos oyendo hablar de la retirada de las grandes estrellas del firmamento del rock y el metal internacional; y con razón.

Porque los grandes grupos que han copado las portadas de las revistas especializadas a lo largo de los últimos 30 años están dando sus últimos coletazos. No es que seamos pesimistas, ni agoreros, ni haters. Simplemente es ley de vida.

Es ley de vida que los Rolling Stones, metidos ya en los setenta años, Judas Priest, en los sesenta de media largos, Black Sabbath, que parece que se han ido de verdad, Scorpions, que llevan retirándose la de Dios de tiempo, AC/DC que ya han perdido a Malcom y a saber qué pasa con Johnson, o Motorhead que ya no existen, se bajen de las tablas para siempre.

No sólo ellos: Motley Crue han abandonado el barco, Iron Maiden y Metallica tienen cuerda, sí, pero ojo que de niños tienen poco; Def Leppard, Van Halen, Megadeth, King Diamond, Aerosmith… Todos ellos andan más cerca de su último álbum que del primero. Cuidado, que deseamos fervientemente que sigan por los siglos de los siglos, o, al menos, unos añitos más, pero digo yo que habrá que empezar a dar el relevo, ¿no?

De eso queríamos hablarte hoy. De las bandas que debieron tomar dicho relevo, de las que lo están tomando, o de las que lo van a tomar.

Y empezaremos por los noventa, década en la que aparecieron o despegaron bandas que apuntaban alto, y que algunas llegaron, otras no, y otras siguen ahí, ahí.

De los combos que irrumpieron en aquellos tiempos, Skid Row fueron uno de los puntales. Se metieron en los Monsters of Rock de Donnington, grabaron tres LP´s excelsos (Subhuman race para mí el mejor, aunque sé que es un gusto muy particular, y que a la postre acabaría por destrozarlos) y parecía que se iban a comer el mundo. Después vino la implosión y se acabó lo que se daba.

Pantera habrían llegado; sin duda. Lo tenían todo: imagen, actitud, discazos, directos salvajes, y sobre todo el cariño y el respeto de los fans metaleros del momento. Ya sabemos lo que pasó después. En ese saco podemos meter a Sepultura. Junto a la banda de Anselmo estaban listos para ocupar los altos cargos de la música pesada, pero se fue Max, sacaron discos que no cuajaron, y perdieron el beneplácito del gran público.

De mediados de los ’90 en adelante aparecieron agrupaciones variadas dentro del metal que cargaban sobre sus hombros la “obligación” de ser grandes.

Machine Head eran un uno fijo en la quiniela. Pero adolecieron el mal de los cambios de formación, y los problemas internos reventaron aquellos primeros pasos, que acabaron torciéndose del todo con el vilipendiado The burning red. “Primos” suyos eran Fear Factory, que arrasaron con todo con la puesta de largo del absolutamente magnífico Demanufacture. Otros que medio se separaron y pagaron las consecuencias.

Type O Negative tenían menos opciones; su doom se saltó las barreras del estilo en cuestión, sí, pero no les dio para llegar al olimpo. Biohazard tres cuartos de lo mismo. Marilyn Manson no fue capaz de mantener las altas prestaciones de Antichrist Superstar; ni siquiera las de Mechanical animals…  ni Holly Wood. Al final no dejaba de ser un proyecto en solitario, a pesar de Ramírez. Rage Against The Machine partieron peras cuando se veían verdaderos brotes de combo de estadios; una lástima. Misma lástima que con White Zombie, por ejemplo.

Korn sufrieron los mismos problemas de sus compañeros de post de hoy: gran disco debut, dos más con nivel alto… y movidas internas, disco fuera de sitio, y a la mierda. Plantel parecido el que representó Paradise Lost: One second no hizo gracia, aunque hoy lo veamos como un clásico.

En Europa el power se puso de moda, pero aquellas bandas no tenían el recorrido de las anteriores que hemos comentado. Más que las bandas, el estilo. El heavy clásico no molaba en los países anglosajones. Ni Reino Unido ni Estados Unidos fueron grandes plazas para ello.

Gamma Ray pusieron en la calle un fantástico Land of the free, Rhapsody sorprendieron a medio continente con su grandilocuencia, Angra traían golpes progresivos desde Brasil, Stratovarius eran los más rápidos del oeste, Hammerfall lo más true del barrio, Helloween no levantaban cabeza a pesar de que Master of the rings y The time of the oath albergaban algún que otro temazo, Dickinson decía que pasaba del Heavy Metal…

Y es que en esos primeros años de los noventa, el grunge se llevó por delante casi cualquier otro movimiento de rock duro. Nirvana, Soundgarden o Pearl Jam copaban la mayoría de los walkmans de los chavales. Agrupaciones que pusieron una piedra inicial que se desarrollaría poco después con el regreso del punk a los primeros puestos de las listas de ventas. He aquí Green Day y Offspring, que serían punk pop o lo que te apetezca, pero se guiaban por la corriente alternativa.

Por h o por b no subieron de categoría en su momento. Hoy Green Day son gigantes de la industria.

Dentro del rock más clásico, Thunder, Reef o The Black Crowes hicieron las cosas bien, mas tampoco dieron con la tecla exacta.

Llegamos ya al Nu Metal y al Metalcore. Finales del siglo pasado y principios del actual. Otro nido gigante de grupos que se pasearon por Ozzfest, Rock Am Ring, Gods Of Metal, Wacken incluso, y cualquier festival de postín.

Limp Bizkit aprovecharon el rebufo de Korn, incluso pusieron banda sonora a Misión imposible, pero tampoco. Linkin Park llegaron a ser enormes, está claro. Su debut es historia, su secuela no está mal, pero las ganas de innovar acabaron con sus huesos más cerca del pop que del metal. Ahora ya sin Chester… pues a ver qué pasa. Static X tenían cositas pero acabó mal, Staind apuntaban a los nuevos Nirvana pero su propia oscuridad se los comió. Mención aparte para Slipknot, claro…

Después aterrizó el Metalcore, y con él, cientos de grupos a medio camino entre el Death, el Nu Metal, y el Heavy Clásico. Unas encontraron su camino, otras se perdieron por el mismo.

Avenged  Sevenfold supieron adaptarse, Bullet For My valentine también, sin llegar al nivel de popularidad de los de M. Shadows, Trivium parecían los más punteros pero se desinflaron, Shadows Fall no arrancaron, Hatebreed y Terror tiraron hacia el hardcore más bruto, y así hasta que me canse de escribir, porque florecieron grupos como roscas.

Hoy, con casi dos décadas de siglo consumidas, las ventas de discos por los suelos, las giras clásicas cada vez más escasas, y los festivales como gran reclamo para los amantes del metal, la globalización dentro del mundo del rock es inevitable.

No hay un género que despunte, una banda madre que pise a todos; hay grupazos nuevos que se mezclan con los clásicos, y conviven entre los fanáticos casi por igual.

Sabaton, Powerwolf, Thy Art Is Murder, Avatar, Five Finger Death Punch, Gojira, Volbeat.

In Flames, Cradle of Filth, Green Day, Korn.

Slayer, Anthrax, Megadeth, Helloween.

Iron Maiden, Metallica, Guns N’ Roses, Aerosmith, Judas Priest.

Ahí llevas varias generaciones y status. Y se remezclan sin pudor para nuestro goce. Son tiempos diferentes. No sé si mejores o peores.

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