Mägo de Oz – Un paseo por las baldosas amarillas de Chamberí
Debía ser finales del ’94 o principios del ’95 cuando en una Heavyrock de la época, me topé con la crónica de Rata Blanca en la Sala Canciller II de Madrid, con nuestros protagonistas de hoy como teloneros. Por allí me encontré una frase que rezaba algo así como “mucho Mago en el Canci, colega”.
En aquellos tiempos aún no había llegado Jose, y se movían en un rock and roll acelerado, con actitud, ganas y originalidad.
Fue tiempo después, con la publicación de Jesús de Chamberí, y con Mariano García pinchándolos noche tras noche en el mítico Discocross, cuando realmente me interesé por los madrileños. Me hice con esta joya, y poco después con el EP (La Bruja) en el que regrababan temas antiguos con un sonido a la altura de las circunstancias. Reconozco que no sé si porque sonaba mejor o por la calidad de las composiciones, pero en ese momento me molaba más El hijo del Blues que La canción de Pedro, por comparar.
Finales del ’98. Llega La leyenda de La Mancha. Medio sin querer acaba en mis manos, y termina siendo la banda sonora de esas Navidades. Al poco revientan La Riviera con Muro y Lujuria, situándose en la lanzadera de lo que acontecería tiempo después.
Ese disco lo gripé; una tras otra vez, sin parar, sonaban “El Santo Grial”, “Molinos de viento”, “Maritornes”, y mi favorita: “Réquiem”.
Después volví a verlos en el Eurometal; con Gamma Ray, Stratovarius, sin Blind Guardian…
Dos años pasaron hasta que volvieron con disco bajo el brazo. Finisterra también cayó pronto en mis redes… Y flipé. Una Ópera Rock repleta de imaginación, enlazando las historias diversas de cada canción en un hipotético Camino de Santiago como si cada una de ellas fuera un peregrino. Todo el verano del 2000 se tiraron petándolo en mi ambiente. Con actuación ficticia en Piedralaves incluída. Sí, ficticia. No conozco los motivos, pero en agosto de ese año se anunció una fecha para tocar en los días de las fiestas patronales de la localidad (incluso tengo grabado un RockStar donde Mariano Muniesa lo anunciaba), algo que por lo que me reconoció la concejala de festejos de la época, nunca se llegó a concretar. Los sustituyeron Tea. Como anécdota, me acuerdo de que el día anunciado, una pareja en coche me paró para preguntarme donde era el concierto de Mago de Oz…
Volvimos a encontrarnos en La Riviera, antes de que regresaran al candelero en 2003, con Gaia, y un aire de banda consagrada que tiraba pa’tras. Lo enganché con el tiempo necesario para darle mil escuchas antes de que lo presentaran en el Palacio de Vistalegre, con el barco y toda la parafernalia en plan grupo gordo de verdad.
En esos tiempos ya levantaban ampollas, y florecieron haters y defensores a ultranza a partes iguales. La verdad es que yo siempre me he mantenido alejado del fenómeno fan y del antifan. Pero tanto de Mago como de cualquiera. No es que esté mayor, que lo estoy. Pero que tampoco me pasaba cuando tenía 15 años.
A lo que iba. Antes de sacar la segunda parte de Gaia, los vi en Macumba, en Las Ventas, en el Chesterfield Café…
Y llega Gaia II: La voz dormida. Si tengo que elegir entre éste y Finisterra, me jodes pa vino. Ya desde la intro “Volaverunt opus 666”, donde dicen que había 21 guitarras o algo así, el disco es una obra maestra pa echar la tarde con temazos como “Diabulus in música”, “La posada de los muertos”, o el cierre epopéyico con “La Cantata del Diablo (Missit me Dominus)”. Hazte un favor y escúchala.
Y esa gira que les volvió a llevar a Las Ventas, con la catedral, la oscuridad, el rollo gótico y la de Dios.
Mmmm… Gaia III: Atlantia. Aquí les perdí un poco la pista. Pinchazo de disco que se queda en un quiero y puedo a medias, y que sinceramente he escuchado más bien poco. Luego todo el rollo de Jose, la llegada de Zeta, un buen Hechizos, pócimas y brujería tirando del espíritu de su lado más Power Metal, y el Mago de Oz Fest que me perdí por motivos que no vienen al caso.
Ilussia no es que me haya vuelto loco, pero el concepto, la inquieta mente de Txus para reinventarse, y todo el tinglado éste de tocarlo íntegro, con las gafas 3D, el escenario que tenía una pinta de cojones, y que luego me decepcionó en buena parte porque esperaba que diera más juego en vivo, acabó con mis huesos en El Ring del Barclaycard Center para verlos por enésima vez.
Mis últimas vivencias magas datan de La Heavy de Mariskalrock.com de Diciembre de 2015. Tuve el placer y el honor de reseñar Finisterra Ópera Rock para la revista, donde le pongo la máxima puntuación porque sí, porque lo merece, sea un refrito o lo que te apetezca, pero a las cosas hay que llamarlas por su nombre.
Belfast, La ciudad de los Ángeles, y demás grabaciones “secundarias” han pasado por mi discografía un poco sin pena ni gloria. Escucharlos los he escuchado, y no es que me parezcan una mi; pero por H o por B no me calaron. Aunque sí guardo en estima “Si molesto me quedo”.
Resumiendo trons, que es el grupo que más veces he visto en directo, de los pocos que me he escuchado todo lo que han publicado, y que me sé la letra de muchas de sus canciones. Incluso ahora escuchándolos en digital, echo de menos algún que otro ruido que se colaba en mis viejas cintas TDK de 60’.
Próxima parada: presentación en La Riviera en mayo de 2016. Si las autoridades lo permiten y el tiempo no lo impide, allí estaremos.
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