Iron Maiden – Seventh Son of a Seventh Son (Crítica)
“Seven dealy sins, seven ways to win, seven holy paths to hell, and your trips begins…”
Treinta años ya se cumplen este abril de la aparición del Seventh Son Of A Seventh Son, sin duda uno de los más aclamados de la banda liderada por Steve Harris.
Este disco dio aires renovados, no sólo al grupo, sino al heavy metal en general (género acusado de inmovilista), pues continuaron usando guitarras sintetizadas, no tan evidentes como en el Somewhere In Time, e introdujeron teclados sin complejos, demostrando que se podía hacer heavy con esos elementos a costa de los puristas.
El álbum se encaramó desde el principio a los más alto de las listas británicas, y algo tuvo que ver, sin duda, el tema de presentación y el videoclip que le dio soporte, el clásico “Can I Play With Madness”; por fin los Maiden se curraban un vídeo, y este contó con la presencia nada más y nada menos que del Monty Python Graham Chapman (el protagonista de La vida de Bryan), en lo que fue su último trabajo antes de fallecer.
En aquellos años el hard rock, el incipiente thrash y el heavy, estaban en todo lo alto; el grupo que gobernó el estilo en los ochenta no se iba a quedar atrás. Y lo hicieron a lo grande: se marcaron un discazo y se embarcaron en una gira con el montaje escénico más ambicioso de la banda hasta el momento.
Por fin les llegó la oportunidad de participar en el festival Monsters of Rock de Donington Park; y lo hicieron a lo grande de nuevo, como cabezas de cartel, en un evento que entró en la historia, se batió el récord de asistencia y contó con un line up de lujo, con KISS, David Lee Roth, Megadeth, Guns N’ Roses y Helloween. La nota triste fue el fallecimiento de dos asistentes al evento.
El festival recorrió Europa, y para sus fechas españolas, aparte de Iron Maiden, participaron Metallica, presentando su …And Justice for All, Anthrax, Helloween y Manzano.
Centrándonos ya en el disco, este es una obra maestra de principio a fin, empezando por su cubierta, convertida ya en un icono, con ese Eddie sobre un fondo claramente inspirado en la obra de Salvador Dalí, y que sirvió de motivo para escenario de la gira; hasta los temas, los cuatro que fueron elegidos singles, son obras maestras: “Can I Play With Madness”, “The Evil that Men Do”, “The Clairvoyant”, e “ Infinite Dreams”. Todas se colaron en los primeros puestos de las listas del Reino Unido.
Del resto de temas, la que da nombre al disco y la más larga, coquetea con el progresivo, estando a la atura de las anteriores. “The Prophecy” y la que cierra el LP, “Only the Good Die Young”, son temazos.
Un trabajo en el que Bruce Dickinson está enorme a la voz, Steve Harris con sus impresionantes cabalgadas al bajo, las guitarras de Dave Murray y Adrian Smith compenetrándose a la perfección, y la eficacia a la batería de Nicko Mcbrain. Los teclados, se cuenta que los hicieron entre Harris, Smith o cualquier ingeniero de sonido que estuviera libre; para los directos corrieron a cargo de Michael Kenny, el asistente del bajo de Harris. En la producción contó con Martin Birch, pieza clave en la historia de los Maiden.
El ‘Seventh Tour Of a Seventh Tour’ de 1988 tuvo su plasmación audiovisual en aquel VHS memorable del Maiden England grabado en Birmingham, durante las dos noches en las que la gira hizo escala en la ciudad británica.
El recuerdo de la gira fue tal que durante 2013 y 2014 se la homenajeó en la gira “Maiden England”.
Treinta años, y parece que fue ayer; el disco sigue fresco, no han pasado los años por él y por sus temas.
“Seven downward slopes, seven bloody hope, seven are your burning fires, seven your desires…”
[button type=»big»] NOTA: 10 / 10[/button]
5
4.5