Extremoduro – Canciones prohibidas (Crítica)

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Complicada papeleta la que se encontraban Extremoduro a la hora de componer lo que suponía la continuación del gigante Agila. Las expectativas eran enormes, el público esperaba con ansias las nuevas canciones, y Robe, una vez más, pasó del mundo y se desmarcó con un disco diametralmente opuesto a lo que había sido su obra maestra.

Canciones prohibidas no es que supusiera una decepción para todos los mundanos, pero sí que disgregó la unanimidad que se había conformado en torno a Extremoduro.

Fueron 9 las composiciones que llenaron el silencio discográfico; en muchos casos, las dulces melodías envenenadas pasadas, daban paso a rugosas codas como “Érase una vez”, “Enemigo”, o el vómito final del “Villancico del Rey de Extremadura”.

En otros, sus acérrimos veían como los dejes progresivos aparecían para destilar “Esclarecido” o “Autorretrato”, con líricas enrevesadas y largo minutaje, algo que, por otra parte, marcó la pauta de la mitad del LP.

“Golfa”, “Su culo es miel”, y por encima de todas “Salir”, se aferraban a melodías más llevaderas y estribillos que se quedaban en la cabeza a las primeras de cambio.

La digestión completa no era fácil; quizá fue la falta de costumbre. El caso es que Extremoduro no hicieron más que agrandar su leyenda y demostrar al universo musical que su halo de grandeza cada vez era más alargado.

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